Primeras noticias de la enfermedad: E. Amlacher y el descubrimiento del Octomitus Symphysodinis.
E.Amlacher describe en el año 1960, lo que llama una especie de flagelado Octomitus, presente sólo en los Symphysodon. Todo un hallazgo si tomamos en cuenta que casi coincide con la fecha en que se publica el primer libro sobre cómo criar Discos. Cuando comienzan a ser varios los acuaristas experimentados que al fin logran hacer llegar las nuevas proles, a edad reproductiva.
La enfermedad es luego publicada en su libro Manual de enfermedades de los peces. Editorial Acribia, Zaragoza, España. 319 p. Llega traducido del alemán, para esta edición por D. Jordano. Y para la edición en inglés, por DA Conroy y RL Herman. Jersey City, NJ, TFH Publicaciones Inc. Tuvo gran repercusión.
Del libro de Amlacher se ha partido para múltiples investigaciones de la fauna acuática mundial. Hay menciones al autor, por parte de estudiosos de temas referentes a variedades específicas de peces, hasta hoy en día. Pero no se logra encontrar referencias biográficas sobre él.
Al Octomitus lo coloca en el grupo de parásitos de la debilidad. Interesante apreciación. Un disco que se ve débil, que se muestra delgado y oscurecido, es candidato para ser estudiado como portador de hexamita e incluso para ser tratado por ella.
Otro dato: Describe la enfermedad sin ninguna vinculación con la de los hoyos o agujeros en la cabeza.
Ejemplar adquirido nuevo, a su llegada a Montevideo. En ese entonces, a un precio que resultaba elevadísimo pero permitía soñar con la posibilidad de ver peces Disco. |
Suplemento 6 de ACUARAMA, publicación moderna de ictiología y acuarismo, Discus y Scalare, de abril de 1977, Buenos Aires, Argentina.
Saúl Sorin, Director Técnico de la popular publicación, se basa en la obra de E.Amlacher para describir la enfermedad. En el ítem principal, anota a otra a la que dedica el mayor esfuerzo, y que llama enfermedad de los orificios en la cabeza.
O sea que trece años después, tampoco se las vinculaba entre sí.
Tal vez tú no sepas la importancia que dimos a esta publicación, algunos aficionados, en esa época.
A mí me resultaba costosa, sí. Sólo pude adquirir los números más trascendentes. Pero no me resultaba inasequible como la española Vida Acuática. Esta última era un sueño. Sus hojas en papel satinado, con brillantes fotografías a todo color. Pero mis bolsillos de estudiante sin ingresos propios, no me permitían acceder a ella.
Solamente guiándome con las páginas de Acuarama, comencé a reproducir mis primeros Carassius. Gracias a los conocimientos obtenidos allí, logré varias generaciones de hermosos ejemplares que conservé durante una buena parte de mi vida.
Claro que no era lo mismo saber sobre Carassius que sobre Discus. Los Discus eran demasiado nuevos, por lo que también lo eran sus enfermedades.
Contratapa de cartulina con la foto de un Discus. |
Enfermedad de los orificios en la cabeza de los Discus, décadas del 70 y 80.
No se sabía qué causaba esta enfermedad. Se la consideraba mortal, sin posibilidad de diagnóstico cierto, salvo por la realización de estudios post mortem. Las opiniones de los ictiólogos diferían: bacterias, protozoarios o gusanos.
A pesar de estas diferencias, las opiniones más generalizadas sobre buenos resultados obtenidos eran por uso de antibióticos de amplio espectro.
Junto a los antibióticos, baños de cobre. Para los baños de cobre se colocaba una esponja de uso doméstico (de las que se usan para fregar cacerolas) dentro del agua, y se dejaba hasta que se volviera negra o hasta que los peces se sintieran mal.
El Dr. R. J. Golsdsteir negaba estas posibilidades. Se basaba en que los agujeros -o a veces copos de algodón-, debido a la zona de la cabeza en la que se esparcían, podrían estar hablando de una infección del sistema nervioso, entonces su origen sería únicamente bacterial.
La mencionada revista Acuarama plantea la posiblidad de un virus, causando la infección bacteriana de forma secundaria. Y da otra posibilidad más: tuberculosis pisciaria, basándose para ello en observaciones del Dr. H. Reinchenbach-Klinke.
Parte de la portada de un ejemplar Vida Acuática, revista trimestral acuariófila. |
Una observación validada únicamente por mi experiencia personal:
Nunca uno de mis Discos murió por la enfermedad de orificios en la cabeza. No conozco la enfermedad en sí, salvo por fotografías.
Tal vez sea cierto lo que he leído sobre que esa enfermedad existe en los peces que vienen directamente del medio salvaje. Pero en los criados en cautiverio no se hace presente.
En Uruguay la totalidad de los ejemplares a la venta, de los que lamentablemente no existe la variedad que desearíamos, proceden de su crianza en acuarios comerciales.
Poco o nada he escuchado de ingresos de animales salvajes.
Entonces... ¿cómo se afirma que siempre está presente en los intestinos de todos nuestros Discus aunque no estén enfermos en apariencia? ¿o es que está ahí, pero no en cantidad suficiente como para afectar su salud?
Es sabido que solamente ataca a Discus y a otros cíclidos, pero por más que estén con ellos, por ejemplo, Neones, no se contagiarán jamás.
Es sabido que solamente ataca a Discus y a otros cíclidos, pero por más que estén con ellos, por ejemplo, Neones, no se contagiarán jamás.
De ser que siempre existen podrían ser parásitos permanentes, por lo que en el intestino podrían sobrevivir absorbiendo de los nutrientes de su hospedero. Este es el caso de la lisa (Mugil incilis hancock) en la Bahía de Cispatá, Caribe Colombiano, según una investigación en convenio con la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, publicada en el boletín invermar volumen 41 no2, Santa Marta, correspondiente a julio-diciembre de 2012, realizada por seis ictiólogos.
¿O de ser que aquí no existen por tratarse de animales de criaderos comerciales, entonces no estarían presentes tampoco en nuestros animales sanos?
Sí hablamos de Hexamita o de Hexamitosis en forma frecuente.
Solemos diagnosticársela a algunos de nuestros animales. Medicamos con ese gran salvador de pequeño espectro, el metronidazol.
Los sacamos adelante, mayoritariamente.
Solemos diagnosticársela a algunos de nuestros animales. Medicamos con ese gran salvador de pequeño espectro, el metronidazol.
Los sacamos adelante, mayoritariamente.
Todo esto último forma un círculo que no termina de cerrarme y que tomaré, por sectores, en la publicación del día de mañana martes.
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